sábado, 23 de junio de 2007

¡Reacciona!.¡Reacciona Ángel!...Estoy adormecido, me tambaleo, apenas lucho. Hoy es el primer día de calor, el primer día en el que el sudor se derrite goloso por los surcos de mi cara, se bifurca entre las lágrimas secas que ya no saben a sal y me despojo de todo ropaje para contemplar obligado la miseria de una destrucción. Y no me tambaleo por el calor sino por el silencio, el silencio que queda después del odio, el silencio de los visillos de la caravana golpeando contra el polvo suspendido en la habitación, el silencio de haber castigado, vaciado un saquito de entrañas en los costillares de uno de nuestros fantasmas. Le he golpeado duro, con todo ese dolor que se derrama cada vez que nos enfrentamos, con todo ese dolor que se duplica ante sus muestras de clemencia, volviéndose contra él. Se ha marchado renco, herido, con la costra de una herida que nunca termina de supurar del todo, se ha marchado cabizbajo, inmortal, y mi triunfo, mi vómito, mi inapelable estocada ha descubierto en mí sangre fresca que volver a curar. Y así indefinidamente.
Me quedo esta noche con mi dolor, con mi voz sin eco, con mi grito sordo...con mi absurdo y mi verdad. Con mi Ira, con mis desahogos nunca ahogados, con mi hedor. Me quedo con nada y sin nadie, me quedo así como deseé, me quedo como temí, me quedo mudo, me quedo...
En esta tonteria tras tonteria, que debería quemar si al menos fuese papel, sólo resplandece el aullido roto de Chispi al anochecer, cual lobo, cual perro herido, cual fiel compañero que permanece a mi lado, disimulando las cadenas, disimulando la jaula, disimulando el pellejo... Os pido disculpas a los pocos lectores que queden en este blog hecho jirones, donde poco queda ya, tan sólo un par de sinsentidos. Hoy no voy a poner excusas, hoy no he bebido, hoy, este soy yo, ahora, Ángel Cristo, domador de la nada, devorado por el odio, Ángel el recuerdo, Ángel el olvido...Hoy os besaría mucho.Silencio ya.